La cultura nos ofrece un ideal de amor y una conducta asociada y así, durante la socialización, se aprende qué significa enamorarse y qué sentimientos se deben tener; el cómo, el cuándo, el quién…
Es decir, EL AMOR ES FRUTO DE LA CULTURA, de unas ideas preconcebidas aprendidas.
El amor, tal y como lo entendemos en occidente, tiene su origen en el amor trovadoresco, un canto a su enamorada, habitualmente una mujer casada. Un amor que resultaba doloroso porque nunca podría ser real y se quedaba en sentimientos muy intensos, como los del enamoramiento, haciendo sufrir sin igual a los trovadores.
Llegamos en este punto a la relación entre amor y sufrimiento, una relación muy perjudicial además de falsa: el amor, si causa sufrimiento, no es amor.